viernes, 15 de noviembre de 2013

Lecturas: La mujer del viajero en el tiempo (Audrey Niffenegger)

Alguna vez he hablado, en este blog de libros ingratos y de otros cuya lectura es placentera. De libros que te muerden encabronados y de otros que se dejan acariciar. Este es el caso de la novela de Audrey Niffenegger, comprada hace unos años por aquello de mi gusto por la ciencia ficción y guardada durante ocho años en la segunda fila de un anaquel atestado. El capricho ha hecho que abriera el volumen de 601 páginas en tapa dura. Ha sido, fue, una buena elección. En vez de la acostumbrada teoría enrevesada sobre viajes en el tiempo, el gran aparato sofisticado y árido, con el infaltable gato de Schrodinger y la cuántica, en vez de todo eso, de esa aridez de la cf hard, lo que hay aquí es cotidianidad, vida, afectos. Y todo ello funciona, dando calor a una historia que no es del todo fantaciencia.



Se cuenta aquí básicamente la historia en común de Henry y Clare, una pareja norteamericana en la que él, bibliotecario, es 8 años mayor y tiene una enfermedad que consiste en que, sin poder controlarlo, viaja en el tiempo, habitualmente al pasado, sin poder elegir el instante de destino. Así, conoce a Clare cuando ésta tiene seis años y él tiene 36. Es en 1977. Pero de igual modo puede pasar que coincidan teniendo ella 20 y él 28. O que Henry viaje a un momento de su pasado en el que se encuentra consigo mismo, como es el episodio en que Henry, dividido en dos cuerpo, tiene 5 y tiene 24 años. O puede estar consigo mismo después de viajar un par de semanas en el pasado. No se se intenta explicar el fenómeno a través de trastornos moleculares ni nada de eso. Henry es viajero en el tiempo como podría ser celiaco. Una lata. Clare es quien aguarda el regreso cuando él viaja. Clare es quien siendo niña o adolescente aguarda el momento del futuro en el que verdaderamente se conocerán y empezarán una vida en común. Pensar en la Penélope del viajero Ulises no es osado.

Pero no, a pesar de todos estos saltos, de tantas posibilidades para paradojas, ésta no es una novela de ciencia ficción, sino una gran, tierna e intensa historia de amor. Hay una película basada en este libro. Dicen que es mala, que no tuvo éxito. No debe extrañar. Tampoco importa. Es un libro tan lleno de matices, de diálogos ingeniosos y a la vez sencillos, tan pleno de encanto (aunque el final de la historia no esté en exceso bien resuelto, y lo sentimental se exacerba), que toda adaptación al cine debe ser fallida. A no ser que se unieran JJ Abrams (el del último y desconcertante episodio de Lost) y tal vez Woody Allen que a su vez fuera un fan de Antonio Mercero y Jaime de Armiñán. Algo así. En todo caso, bravo por Niffenegger.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Lecturas: La sociedad Juliette (Sasha Grey)

O lo que es lo mismo, la morena que prefería por encima de todas el chino vasco (quien reconozca que ve televisión sabrá de qué, de quién hablo). Y también lo sabrá quien reconozca otras debilidades y no diga "ah, sí, la actriz de Entourage, dirimida por Steven Soderbergh y repescada por el astuto, y siempre torpe con la taquilla Nacho Vigalondo, el antisemita y bocazas e intoxicado Vigalondo, que desde aquel corto musical no ha terminado de dar con la tecla. Sí, es todo eso Sasha Grey, pero los vídeos que de ella se encuentran en la red son del género que nadie reconoce ver. Dicho esto, uno, que había leído una crítica vibrante (e incluso vibratoria) y amarga de su primer libro, y que en una entrevista promocional del libro que nos ocupa nombraba a Chuck Palahniuk (que sí, que es fácil de copiar e imitar pero sus libros son una debilidad mía, una de tantas) y ahí voy, me lanzo, lo compro como quien compra condones sin añadir aspirinas. Y lo leo. Malo, aburrido, desaprovechado. Grey pone ganas, pero escribe rápido, sin saber si la historia que va a contar se sostiene sin un armazón sólido que falta. Sin un estilo propio que está a mucha distancia de estar cerca del de Palahniuk. La sordidez de los clubs de sexo duro (¿existe blando?) y tumultuoso, ese mundo de contraseñas, identidades ocultas y libertinaje ni atrae ni interesa. No da para una novela, sino para un cuento. No para un largometraje sino para un vídeo de seis minutos. De esos en los que Sasha Grey convence más que aquí. Una pena.