miércoles, 19 de agosto de 2015

Lecturas: Los cuadernos de don Rigoberto (Mario Vargas Llosa)

Me tropecé con don Rigoberto como un personaje tangencial en las páginas de "El héroe discreto”, la más reciente novela de Vargas Llosa. Era allí un libertino amable, un tipo correctísimo que sublimaba el erotismo en conversaciones y confidencias de alcoba con su esposa. Brillante, ingenioso, culto, con un humor fino. Recordé que tenía, desde hace años, esta novela, sin leer, sobre el mismo personaje en mi biblioteca. Al comenzar a leerla, descubrí que era, a su vez, continuación de “Elogio de la madrastra” (que creía tener pero que no encuentro). No obstante, opté por la lectura de esta entrega intermedia. Que insiste en lo mismo, en mostrar a don Rigoberto como un personaje incorrecto y muy querible. A través de diversos relatos sobre sus andanzas, unidos por las vicisitudes de la reconciliación con doña Lucrecia mientras el hijastro de ésta, e hijo de Rigoberto, Fonchito, hace de celestinesco doble  del pintor Egon Schiele. Al final del libro, todo este caleidoscopio de aventuras galantes cobra coherencia, aclarándose si los episodios carnales relatados son realidades evocadas o calenturas que Rigoberto escribe en su soledad por mitigar, acrecentándolo, el deseo. Aquí y allá, como parte de los cuadernos, malévolas y sabrosas cartas que Rigoberto escribe en sus cuadernos y nunca envía y que defienden la heterodoxia en una afirmación gozosa del individuo. Es un libro menor de Vargas Llosa, pero tan disfrutable como sus grandes obras. Aunque sólo sea por la curiosidad de ver cómo resuelve el (sub)género de la literatura erótica el autor peruano, merece la pena. Y deja el deseo de leer la primera novela del trío de marras y de que sigan apareciendo sus personajes, al menos don Rigoberto, en sucesivas ficciones.


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