miércoles, 14 de septiembre de 2016

Lecturas: Cinco esquinas (Mario Vargas Llosa)

En la solapa del libro compruebo que pocos libros me faltan por leer del inmenso autor peruano. En concreto, de sus 18 novelas he leído 14. Disfrutándolas todas. Pero también que sus últimas ficciones son sólo correctas (es decir, no un verdadero placer en la lectura, sino un mero y apacible agrado, lo que viene a ser la diferencia entre la alegría y la amabilidad, algo así). Únicamente "El sueño del celta" me pareció estar a la altura media de la calidad habitual en Vargas Llosa. Su anterior novela, "El héroe discreto", estaba a medio camino entre la sonrisilla floja y la sonrisa amplia y firme. "Cinco esquinas" se lee con rapidez, pero se desinfla rápido y fluye hacia el olvido. Da la impresión de que el conflicto que presenta la novela, el de un ingeniero sometido a chantaje por una publicación sensacionalista, se resuelve demasiado abruptamente. Como si Vargas hubiera sufrido una pájara y se viera obligado a acortar el número de páginas y simplificar la trama. Lo que mucho prometía hasta los dos tercios del libro, se viene abajo en el último tercio. Una pena. Porque la novela era brillante a pesar de cierta cobardía, puede que un ardid legal, que lleva al autor a nombrar a las claras al atroz gobernante Alberto Fujimori, pero que elude nombrar a Vladimiro Montesinos que se erige en personaje secundario y que en todo momento, y a veces chirriando, es llamado el Doctor...

Panorámica del punto que da nombre al barrio limeño, Cinco esquinas, 
en el cual se inspira Vargas Llosa para su nueva novela. 

1 comentario:

  1. Juan Rulfo, consciente de que tras "Pedro Páramo" y "El llano en llamas" no podía escribir nada a su altura, dejó de publicar. Vargas Llosa no ha escrito después nada comparable a su primera novela ("La ciudad y los perros") y creo que lo sabe, pero ha seguido publicando. Es otra opción, sin duda, pero la de Rulfo me parece más encomiable. Tampoco García Márquez escribió luego nada comparable a "Cien años de soledad". Quien de joven escala el Everest, en adelante sólo podrá subir montañitas y cerros, o al menos eso parecerá a sus lectores.

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